Pues bien, contra el equipo danés en la segunda jornada de la fase de grupos de la Uefa Champions League, el ángel quiso volar, y vaya forma de planear. Él solo destrozó al Copenhague, decidió echarse el equipo a la espalda. Ya había demostrado su trabajo en el césped, pero le quedaba lo más bonito por mostrar a los merengues. Primero, se imagina una jugada antes de que suceda. Su pierna derecha es su talón de Aquiles, no la utiliza, sólo para pases de cinco metros, no más. A cambio, nos ofrece una delicatesen al alcance de muy pocos. Una rabona, sí, uno de sus recursos favoritos. Les sitúo, el argentino se cuela por la parte superior izquierda del área danés (banda derecha por donde atacaba el Real Madrid). Se asocia con Benzema, y el francés, pese a ser cuestionado, deja un destello de lo que es capaz, le da un taconazo al hueco para que el ángel de la guarda blanco llegue a línea de fondo y la temple al segundo palo de rabona. Sí, el balón salió dirigido al revólver de CR7 que ejecutó el balón con un buen testarazo directo a la red.
El partido estaba sentenciado y nos quedaba por ver algo más de Di María, sus dos goles. El primero desde fuera del área, la pone al palo largo con su mágica zurda, imposible para el portero, que pasó a ser un espectador más. El segundo tras un error defensivo de los daneses en defensa. Él, se aprovecha y desde dentro del área engaña al guardameta poniéndosela al palo corto, aunque a esa distancia es imposible parar cualquier cosa, había que marcarlo.
Este partido resume la mayoría de las virtudes de Ángel Di María, una asistencia, dos goles y una gran cantidad de apoyos defensivos que siempre suman. En algunos momentos le tachan de chupón, de egoísta, de ser irregular, pero amigo, cuando le sale el partido, la victoria es blanca.
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